V de Vendetta
De V de Vendetta a V de Virus: Distopía clásica para un presente distópico
Existen razones para recomendar (re)ver la película V de Vendetta (V For Vendetta; James McTeigue, 2006). De entrada, un motivo de peso es que uno de los elementos icónicos que más la definen, la máscara de Guy Fawkes que utiliza el protagonista, V, ha entrado como referente cultural globalizado a través de un grupo que se autodenomina Anonymous, que la ha convertido en una de sus principales señas de identidad. En ella han encontrado la manera de manifestarse en acciones “públicas” de protesta a favor de la libertad de expresión, el acceso a la información, la independencia de Internet… Identificada como antifaz de intrépidos hackers, esta misma máscara puede ocultar las identidades de otros colectivos en cualquier manifestación urbana.
Otros de los motivos para (re)ver la película es que puede despertar el interés por la historia original de Alan Moore (guionista) y David Lloyd (dibujante). También podría darse el caso contrario: que el lector de la novela gráfica tuviera interés en la adaptación cinematográfica. Lo que sucedió en la realidad es que, a raíz del estreno de la película, las ventas del cómic se incrementaron exponencialmente en Estados Unidos. Sea como fuere, de una lectura atenta de la novela gráfica V de Vendetta se obtienen criterios objetivos para valorar la película. La novela gráfica nos resulta hoy en día muy densa, bastante enmarañada y cargada de una compleja intertextualidad, de numerosas referencias literarias, letras de canciones o personajes conocidos en Inglaterra. En la película, por el contrario, los guiños intertextuales son hacia otras películas; así, por ejemplo, un conde de Montecristo espadachín remite a La espada de Montecristo (Mask of the Avenger; Phil Karlson, 1951).
Se ha llegado a afirmar que las limitaciones en la duración de la película (132 minutos) implicaron la omisión de algunas tramas, matices e incluso personajes de la novela gráfica. A tenor de ser una apreciación subjetiva, quien redacta esta crítica valora positivamente esas omisiones, que precisamente aligeran la complejidad argumental del cómic. Aunque pueda resultar paradójico, novela gráfica original y película (y no importa el orden: de si se fue lector primero para después convertirse en espectador o viceversa) se complementan y valorizan entre sí. Cómic y cine son dos “lenguajes” diferentes, con sus “gramáticas” peculiares, y un buen consejo es ver con benevolencia los productos finales: no siempre la fidelidad a la fuente original es un parámetro de calidad del producto cinematográfico resultante. De hecho, el escritor de la novela gráfica, Alan Moore, no estuvo de acuerdo con algunos aspectos del guion y finalmente exigió que su nombre se retirara de los créditos de la película; por otro lado, el ilustrador David Lloyd sí apoyó la adaptación.
Un apartado especialmente difícil y enojoso de toda crítica cinematográfica es el de la valoración de la película, precisamente por la carga subjetiva implícita. Gracias a Internet, catorce años después del estreno de la película podemos acceder a las críticas que se publicaron entonces. Como era previsible, V de Vendetta recibió comentarios variados por parte de los críticos cinematográficos, y los hay para todos los gustos. Se puede deducir que la película no dejó a nadie indiferente y obtuvo una buena acogida de público. La frase destacada en la carátula (parte posterior del DVD), extraída de Time es la siguiente: “V de Vendeta es igual de espectacular que la primera película de Matrix de los hermanos Wachowski”. Esta frase nos recuerda que al director australiano James McTeigue se le conoce fundamentalmente por haber sido el encargado de la dirección de la adaptación cinematográfica de la novela gráfica de V de Vendetta y que a menudo ha trabajado con “las” (hoy en día) Hermanas Wachowski. La trilogía Matrix (The Matrix; Hermanas Wachowski, 1999-2003) está “presente” en V de Vendetta. McTeigue fue asistente de dirección en muchas películas, incluyendo la trilogía de Matrix. La evidencia de la conexión entre ambas películas es lo que se llegó a bautizar (e incluso patentar) como técnica del “tiempo-bala”, que consiste en ralentizar al máximo la filmación, lo que permite congelar el movimiento y captar incluso la trayectoria de proyectiles, suspensión de cuerpos y objetos en el aire. Este efecto de la cámara lenta quedó inmortalizado, en la historia del cine y en la retina de los espectadores, en la famosa escena de Matrix en que el protagonista puede contornear su cuerpo para esquivar balas, además de la trayectoria de una daga lanzada anteriormente por la chica. En la película de 2006, la técnica se usó especialmente en una de las escenas finales, cuando V, herido de balas, logra antes de morir matar a Creedy (El Dedo) y su escolta de “dedos” (fingermen). Obviamente, la escena tenía que ser de lucha, y el sello de Matrix se incrementa porque los objetos en movimiento captados a cámara lenta describen una estela, que recuerda muchísimo a la técnica del cómic. “Los” Hermanos Wachowski nacieron y fueron educados en Chicago, montaron una carpintería y creaban cómics en su tiempo libre.
Ya para acabar, hay que resaltar que uno de los cometidos más honestos de cualquier crítica cinematográfica es la labor de contextualización. El contexto explica que Moore y Lloyd decidieron que su cómic tuviera lugar en Inglaterra y, por sus creencias políticas similares, anarquistas, con la angustia de sufrir el ambiente thatcherista contemporáneo y el triunfo del (neo)liberalismo económico, que la sociedad reflejada (1997-1998) sería una distopía totalitaria. Cuando la novela gráfica se llevó al cine posteriormente, el contexto alteró la misma fecha de estreno. La fecha escogida era la del 5 de noviembre de 2005 (día en el que se cumplían 400 años desde los hechos ocurridos en la conspiración de la pólvora de Guy Fawkes), pero finalmente se retrasó hasta el 17 de marzo de 2006: el 21 de julio de 2005 se habían producido unos atentados en el metro de Londres. Las ya hermanas Wachowski se encargaron de escribir el guion basado en la novela gráfica y asumieron también parte de la producción en la película. Si en la novela gráfica Estados Unidos no tiene casi importancia (ya no son potencia mundial con el ingenuo motivo de que ha sufrido un ataque nuclear parcial), en la película son el blanco de las críticas y burlas: USA son las siglas de Ulcered Spinater Ass-erica. Por mucho que la referencias en la película son a Britania unida (en realidad Inglaterra), se rodó durante el mandato presidencial de George W. Bush y los atentados terroristas del 11 de septiembre habían sido la excusa para una deriva totalitaria. Por este motivo, no ha de extrañar que la llamada Voz de Londres (el locutor estrella de la BTN, British Television Network) arremeta literalmente contra “inmigrantes, musulmanes, homosexuales, terroristas, degenerados indecentes...”.
A este respecto, la película se leyó en clave de referencia a la realidad estadounidense de entonces, con un gobierno obsesionado por la vigilancia, que aplicaba la tortura y se servía del alarmismo y la manipulación de los medios de comunicación, caracterizado por la corrupción empresarial y la hipocresía religiosa. Por ello, no pasaron desapercibidos detalles como las bolsas negras o la reproducción de escenas reales de una manifestación en contra de la Invasión de Irak (2003). Los comentaristas conservadores cristianos de Estados Unidos atacaron a la película por su simpatía hacia la homosexualidad y el Islam. Por el contrario, los grupos LGTB siempre han alabado la película por su mensaje positivo hacia la comunidad homosexual. En definitiva, la película es una premonición del Yes, we can, de Barack Obama.
Llegados a este punto, conviene reflexionar sobre qué supone re(ver) la película V de Vendetta en la actualidad, a mediados de diciembre de 2020. Uno de los detalles argumentales que en otra coyuntura histórica habría pasado inadvertido, seguro que llama la atención de alguien que hoy en día la (re)vea: el partido Fuego Nórdico accede al poder e instaura una dictadura de signo fascista gracias a un virus. Desde nuestro conocimiento actual nos parece un tanto absurdo, porque los virus no están tan controlados como para permitir a la doctora Delia Surridge inocularlo a sus pacientes sin que ella misma se contagie y, posteriormente, produzcan muertes masivas en tres espacios localizados de la ciudad de Londres. Si en la novela gráfica nos imaginamos Larkhill como una especie de campo de exterminio nazi donde la principal actividad es la experimentación médica en desafectos a la dictadura y cuya única opción será la muerte, en la película sabemos que Larkhill es un detention facility donde V es el único individuo que desarrolla inmunidad al virus y su sangre se utiliza para crear el antídoto (¿vacuna?). En ambas versiones, V logra escapar provocando un incendio con explosivos: sobrevivir a las llamas le produce quemaduras en el cuerpo, con casi total seguridad le desfigura el rostro, de ahí la utilización obligada de una máscara, y también por ese motivo vemos que se coloca guantes en una escena de un desayuno con Evey. La peluca y el sombrero (que recuerda al del Zorro) tendría esa función de camuflaje. Con todo ello, observamos que V (que es una mezcla de personajes de literatura, de cómic y de cine, desde Fantomas al Fantasma de la Ópera, pasando por el mismo Zorro o Pigmalión) es en realidad un verdadero X-Man: el virus le ha dado poderes, como una fuerza y agilidad descomunales.
El futuro ya está aquí. Se ha instalado en forma de distopía. Hay que (re)ver V de Vendetta. De “V de Vendeta” pasamos a “V de Virus”. Quizás logramos realizar su mensaje: vencer el Miedo y no caer engañados en la “trampa” (que recuerda tanto a “Trump”) de la Mentira. Quizás —lo deseamos— logremos “V de Victoria”.
Crítica elaborada per J. A. Pérez-Montoro de la Biblioteca Armand Cardona Torrandell (Vilanova i la Geltrú) en el marc del projecte Escriure de cinema








