Recomanació

Cadena perpetua

[Madrid] : El País, cop. 2009

Libertad que derriba muros

Afirma Andy Dufresne, el protagonista de Cadena perpetua (The Shawshank Redemption, 1994), que “hay cosas en el mundo que no están hechas de piedra, no te pueden quitar, son tuyas”. Y lo afirma mientras el espectador escucha las bellas notas de la ópera Las bodas de Fígaro. El director Frank Darabont se obstina en encontrar visos de humanidad dentro de los muros sin alma de su primer drama carcelario. Por ello, entre rejas, cabe cuidar con mimo de una mascota, recrearse en una cerveza bien fría o elevar el espíritu con la ayuda de Mozart. Valorar la condición humana, a pesar de los muchos ejemplos en los que muestra su peor versión, es la apuesta de Darabont que el espectador recibe con empatía y liberación.

En el decenio de los 90, la sociedad norteamericana se había vuelto más cínica y políticamente desafecta, al tiempo que se subyugaba a la influencia de la heroína, del sida, del consumismo y del grunge como producto del malestar de una generación. Al hilo de esto, la película está dedicada a Allen Greene, amigo y agente literario de Darabont que murió de sida durante el rodaje. Toda una sociedad parece abocada a dirimir un dilema existencial: empeñarse a morir o empeñarse a vivir. Y Durabont alza su voz a través de Dufresne para contagiarnos de optimismo y apostar por la vida como acto sublime de libertad, sean cuales sean las circunstancias.

 

Darabont es considerado uno de los mejores adaptadores al cine de los cuentos y las novelas de Stephen King (buen amigo del realizador) y de cuya novela corta Rita Hayworth y la redención de Shawshank está basada la cinta. Ambos se interesan por narrar historias con la pretensión no únicamente de entretener, sino de entender al ser humano. Para ello, la narración necesita su tiempo: dos horas y veintidós minutos de película. El paso del tiempo se plasma gracias a la música y a los pósteres de los símbolos sexuales cinematográficos de las diferentes épocas. No obstante, donde el paso del tiempo tiene mayor interés es en la repetición de historias con diferentes finales. Además de hacer avanzar la trama, este es el recurso utilizado para decirle al espectador que el destino no está escrito, que cabe la esperanza.

Como Sancho y Quijote, Red y Andy se muestran muy distintos en su actitud ante la vida. El primero está aferrado al pragmatismo y a un cierto nihilismo, mientras que el segundo apuesta por la espiritualidad como elemento liberador y por el optimismo basado en la determinación. No obstante, a pesar de sus diferencias, ambos sostienen una mirada reflexiva que les hace respetarse mutuamente. Morgan Freeman y Tim Robbins consiguieron el aplauso unánime del público por el ejercicio de rigor interpretativo que muestran a lo largo de toda la cinta, a través del cual construyen a dos hombres llenos de dignidad, huyendo de los sentimentalismos, pero no de la humanidad.

Iniciamos la historia en plena noche hasta que se nos conduce a un bello final lleno de luz. Una cámara alejándose desde el aire, abriendo su enfoque a toda la escena, posiciona el espectador como ser omnisciente. Ahora ya lo sabemos: podemos sentirnos libres, aunque no lo seamos. ¿Cabe mayor esperanza? Cadena perpetua es un canto a esa libertad interior que todos poseemos, un maravilloso ángulo desde el que sentir la vida.

Crítica feta per Rosa M. Sánchez, de la biblioteca Can Pedrals (Granollers), en el marc del projecte Escriure de cinema. 

18/09/2023